Los frenos de disco ofrecen una excelente modulación de frenado y mucha potencia en cualquier condición meteorológica. También permiten el uso de neumáticos más grandes que los frenos de llanta y no les importa si la rueda está un poco doblada.
Sin embargo, el funcionamiento silencioso, predecible y sin roces depende de fracciones de mm de espacio entre la pastilla y el rotor. Si tus frenos han empezado a rozar, puede haber varias causas, por lo que hemos añadido un menú para ayudar a comprobar todos los posibles problemas, así como el ajuste de las pinzas.
1 Inspeccionar la pinza
Primero comprueba que los ejes están apretados y que las ruedas no se tambalean en el cuadro/horquilla. Ahora tire de los frenos mientras mira las pastillas a ambos lados del rotor. Ambos deben moverse la misma cantidad al mismo tiempo. Si sólo se mueve una de las pastillas, hay que sacar la rueda y volver a introducir los pistones en la pinza con un destornillador plano, una palanca de neumáticos o una herramienta específica para pistones.
2 Comprobar que el disco está en su sitio
Si el freno funciona bien, comprueba que el disco está recto y que no se tambalea entre las pastillas. Si necesitas enderezarlo, utiliza una llave ajustable. Flexiona el disco muy suavemente y de forma gradual, ya que no quieres doblarlo demasiado en la dirección equivocada. Si te cuesta ver el disco entre las pastillas, coloca la moto sobre un fondo claro, un trozo de papel blanco en el suelo puede servir. Asegúrate de que el rotor está bien fijado al buje, ya que esto puede causar rozamiento cuando el rotor se mueve ligeramente.
3. Centrar la pinza
En la mayoría de los casos, el problema se debe a que el freno se ha desplazado ligeramente o a que has cambiado las ruedas por otras con una posición de disco ligeramente diferente.
Para volver a alinear los frenos hay que aflojar ligeramente los tornillos de fijación para poder desplazar la pinza lateralmente. Los frenos post-mount se atornillan a través de la pinza. Los frenos de montaje plano se atornillan desde la parte inferior del cuadro y, a veces, también desde el lado más alejado de la horquilla.
A veces se puede recentrar el freno tirando de la palanca para sujetar la pinza en el rotor y después volver a apretar suavemente cada tornillo de forma alterna y tu freno estará perfectamente centrado. Aunque si esto no funciona deberás alinearlo manualmente.
4. Centrar manualmente la pinza
Alinear manualmente el freno es sólo un caso de desplazamiento de la pinza fraccionadamente hacia los lados hasta que haya un espacio consistente y claro entre la pastilla y el rotor cuando se gira la rueda
Una vez más, si los tornillos están tan apretados que es necesario presionar con bastante firmeza para moverlos, los ajustes sutiles serán más fáciles. El uso de un fondo claro también es una gran ayuda para calibrar una posición de freno equilibrada. Tampoco te sorprendas si tienes que hacer varios pequeños reposicionamientos y reajustes para que el rotor funcione bien.
Además de estar uniformemente espaciados mirando desde arriba, asegúrese de que la pinza está perpendicular al rotor también mirando el freno desde la parte delantera o trasera. Esto no debería ser un problema con los frenos de montaje plano siempre que el cuadro y la horquilla estén bien alineados. Sin embargo, algunos frenos de montaje posterior utilizan pares de arandelas cóncavas y convexas y éstas pueden desplazarse ligeramente hacia los lados. Una vez más, se trata de pequeños ajustes para que el disco pase limpiamente por el freno.
5 Apretar la pinza
Una vez satisfecho con el ajuste, aprieta los tornillos de fijación utilizando pequeñas vueltas alternas en cada uno de ellos para que el par de apriete no tire de la pinza fuera de la línea. Ahora aprieta los frenos con fuerza un par de veces y haz girar la rueda para comprobar que todo funciona bien. Si no es así, afloja, ajusta y vuelve a apretar hasta que lo haga.
Comprueba el otro freno al mismo tiempo y haz que un giro rápido de la rueda antes y después de cada viaje forme parte de tu rutina habitual, ya que incluso un ligero rasguño puede ser muy molesto al conducir, especialmente en condiciones de humedad y/o arena.
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